Juan Pablo Villota: carta abierta sobre mi participación en Agenda de Paz Nariño

Juan Pablo Villota: carta abierta sobre mi participación en Agenda de Paz Nariño

A MIS AMIGOS/AS Y CONOCIDOS/AS:

La ciudad

La Paz es un viaje al propósito de Dios

para la humanidad y para toda la Creación,

confiando en que Dios “encaminará

nuestros pasos por el camino de paz” (Lucas 1,79).

 Atento saludo.

Debido a que en varios espacios muchas personas me siguen vinculando con el denominado “Proceso Agenda de Paz Nariño”, entre ellos sectores sociales, académicos, políticos, religiosos y culturales con los cuales interactúo y he interactuado durante varios años de mi vida personal y profesional,  por medio del presente me permito manifestarles a todos y todas lo siguiente:

1. Inspirado por el ejemplo de Jesús de Nazaret me comprometí en el camino de la paz hace muchos años atrás, incluso cuando muchas voces de la sociedad parecían apagarse en torno a este noble esfuerzo, consciente de que la promesa de paz es un valor central en todas las sociedades; fue así que hace ya más de dos años participé y apoyé en el diseño e implementación de la idea de construir un sistema válido y legítimo para la Construcción Colectiva de la Paz en Nariño que parecía cumplir con los objetivos antes enunciados. Invitación hecha por la Gobernación de Nariño y respaldada por las Pastorales Sociales de las Diócesis de Nariño, en su momento.

2. Aporté mis conocimientos, experiencias y esperanzas para construir un documento preliminar denominado “Agenda de Paz Nariño” que procuró reunir otros documentos, propuestas, voces y sentires que en Nariño se han venido desarrollando en pro de la construcción de paz e hice parte de un primer  Equipo Técnico con la idea de desarrollar la construcción de ese sistema para la paz.  El documento que serviría como “pretexto” para el diálogo social, abierto, sincero y plural como indica el lema que en su momento sirvió como idea fuerza: “Construir la paz en Nariño es una tarea conjunta, permanente e impostergable”.

3. Desafortunadamente, diferencias sobre lo diseñado en cuanto a las estrategias, metodologías, enfoques, tiempos y compromisos reales de las partes involucradas para la implementación de esta propuesta me llevaron a estar al margen de este proceso desde el mes de enero del presente año.  Diferencias que me parecen aún que son fundamentales atender.

4. Reitero que la construcción de la paz debe contener en su realización la justicia, la participación colectiva y las bases que nos lleven a una sociedad con mayores niveles de equidad y bienestar; para ello es necesario la construcción de un sistema de apoyo a la construcción de paz regional que involucre a todos los sectores, en especial a aquellos que están distantes unos de otros y que lo que se ha denominado “Agenda de Paz Nariño” no  sea una iniciativa más ni solamente una propuesta de generación de políticas públicas; éstas últimas sin una base para una nueva forma de relaciones y de transformación social serán solo semillas tiradas al viento en espera de encontrar fortuitamente un suelo fecundo.

5. La paz justa encarna un cambio fundamental en la práctica ética de nuestros líderes, dirigentes y de la sociedad en general e implica un marco diferente de análisis y criterios para la acción diferente a la implementación de cualquier otra iniciativa o proceso en el pasado; la paz es una promesa y un presente, una esperanza para el futuro y un regalo aquí y ahora.

6. Reafirmo que la paz se comprende como un proceso colectivo y dinámico pero arraigado de liberación de los miedos, carencias e intereses individuales y partidistas de los seres humanos; el viaje puede resultar difícil, pero si admitimos que debemos aceptar la verdad a lo largo del camino este se hará más llevadero entre todos.

7. Insisto en que no nos centremos en la construcción de la paz solamente como fruto de los acuerdos de paz dispuesto entre el Gobierno Nacional y las FARC, pues estos son a menudo precarios, provisionales e inadecuados. Pero lo que hay de paz a lo largo del camino, aunque sea imperfecta, es una promesa de las grandes cosas que nos esperan. Es necesaria una férrea voluntad y un compromiso con los más excluidos que permita la transformación de los conflictos sociales como una parte esencial de la construcción de la paz, incluso más efectiva que los mismos acuerdos entre los actores del conflicto armado.

Acompañando y reconociendo todas y cada uno de las iniciativas que se gestan en el territorio en construcción de paz, era menester por el bien de todas las partes aclarar a las personas que participaron en los diferentes encuentros y espacios de trabajo que ya no hago parte del proceso en mención, muy  a pesar mío y del compromiso que tengo.

Desde San Juan de Pasto, una tarde de mayo de este año 2015.

Juan Pablo Villota  (Orginal firmado)