Luis Miguel Palacios: el Sur en una voz

Desde temprana edad Luis Miguel Palacios deslumbra con su talento en el arte de la declamación; en su institución educativa, el INEM de Pasto, su presencia es obligatoria y celebrada en actos culturales, izadas de bandera y programaciones especiales. Su sola estampa evoca la palabra, la poesía, la cultura y nuestro Sur.
Dueño de una personalidad firme y recia, de un caminar sereno y pausado y poseedor de una voz que hace callar a quienes tienen la fortuna de escucharla. En la actualidad cursa décimo grado destacándose por su consagración y dedicación. Es invitado de honor a eventos literarios y un lector incansable. Pero, lo que lo hace aún más especial es su voz que se transforma en el escenario invadiendo cada espacio como si su sola existencia abarcara a todos los seres que lo rodean. Es dueño de un talento especial: la declamación.
Se deja descubrir desde niño cuando tímidamente solicita se lo incluya en las programaciones escolares, sus poemas arrancan aplausos y el reconocimiento inmediato de sus profesores y amigos de aula. Al verlo por entre los pasillos de su colegio se expresa con respeto y admiración sincera: “Hola poeta”, saludo que es respondido con la modestia de quien sabe que es grande y que esa grandeza enaltece a los suyos. Sencillo y a la vez talentoso comparte su descanso con sus amigos degustando un helado, un refresco o una torta. Es así, como son los grandes que saben que si el cielo está entre sus manos es, sencillamente, porque sus alas están hechas de la piel de los demás y de la presencia de los seres queridos.
En esta ocasión, con motivo de celebrarse en el INEM de Pasto la VI versión del Día Internacional de la Filosofía, organizada y promovida por los docentes Luis Alberto Puchana y Jairo Arias, del departamento de Ciencias Sociales, nos sorprende con una bella interpretación de “La vida, pasión y muerte de La Zenaida”, una estampa del folclor musical colombiano que retrata la azarosa y dulce vida de una viejecita que vende frutas en las calles de una populosa ciudad colombiana y que mira como sus seres queridos se pierden en la bruma del olvido mientras uno de sus nietos se esfuerza por brindarle un mejor mañana.
El público no cesa de aplaudir y de manifestar sus sentimientos ante la magistral interpretación de Luis Miguel Palacios y del acompañamiento en el escenario de sus compañeros de curso. Una y otra vez se transforma para dar vida a los personajes, para hacer vivenciar los sentimientos y pensamientos que los habitan, para transmitir en su voz, en sus gestos, en sus palabras la dulzura de una papaya que acompaña en su soledad a la viejita Zenaida. La misma, que como Remedios la Bella, vuela entre aromas y entre sabanas para irse al encuentro de ese corazón palpitante que habita entre nubes, distancias y lejanías.
Pero dejemos que sea Luis Miguel quien nos relate la historia, quien entre palabras y canciones nos permita acercarnos a la vida, pasión y muerte de la abuelita Zenaida. Bienvenido al maravilloso mundo de la poesía que te acoge como a uno de los grandes y que te reserva honores dignos de tu voz y de tu presencia promisoria.
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